sábado, 9 de agosto de 2008

Gracias Odra por este regalo ^^

La gran diosa luna reinaba esplendorosa en las alturas de una taciturna noche de invierno. Mientras tanto, en la tierra, un tanto más vulgar, una tenue luz se presentaba con rítmicos movimiento. No tenía la belleza del imponente satélite, pero llenaba de regocijo al solitario ser que anteponía sus manos en busca de un fugaz candor que robara de las fauces de la muerte su alma, cuerpo y mente, congelados por la soledad y el intenso frío.

Un caos decadente reinaba en los pensamientos de aquel aciago ser, dicho caos también se apoderaba de su cabello, el cual descendía por su rostro altivamente, ocultando una melancólica mirada y unos labios corroídos por el tiempo. Llevaba todo el día en aquel solitario lugar tratando de buscar dentro de si mismo una motivación mas fuerte que sus deseos de dejar este mundo... pero la agonía de la soledad se plantaba a su lado cargando consigo un lirio tan blanco como la primera capa de nieve, dejando ver así, que ella también esperaba tranquilamente el final de aquel melancólico poeta. De repente y sin previo aviso, el crujir de las hojas secas se hizo presente cada vez mas cerca del pequeño claro donde se encontraba el meditabundo bohemio. De nuevo, rompiendo con toda la expectativa, una rápida sombra salio de entre los árboles y cayo abruptamente a unos metros del desconcertado espectador, quien anonadado, se dedico simplemente a observar si se trataba de un animal salvaje o una alucinación por parte de su decadente mente. Mas su sorpresa creció al escuchar de entre la tenue oscuridad un femenil sollozo que de inmediato y sin dar a conocer a quien lo profería cautivo su corazón de una manera inimaginable.

Aquel sutil llanto recorrió toda la piel del Poeta y tomando un estado sobrenatural se apodero totalmente de su alma. Poco a poco la silueta fue tomando forma y textura; un gran manto carmesí cubría la femenina figura y un par de dorados mechones sobresalían de entre las tinieblas de la capucha.

Un sepulcral silencio se apodero de inmediato de aquella mística escena; por un lado, la mirada pávida del decadente ser, quien no acataba mover un solo musculo ante aquella inesperada situación y por el otro un par de altivas lagrimas de plata las cuales abandonaron la oscuridad y se estrellaron frenéticamente contra la negra tierra. Acto seguido, la misteriosa damisela levanto su cabeza y bajo la luz del tenue fuego dejo ver un rostro tan tristemente perfecto que bien pudo haber sido labrado por los dioses, dicha hermosura hipnotizo al desconcertado espectador quien ya daba por hecho que aquel sagrado ser había descendido del cielo acompañada de un coro celestial y no salido de las tinieblas de aquel lúgubre bosque.

- Un ángel no merece sufrir más tiempo…

Fueron las palabras salidas de aquella anónima dama perfecta, envolviendo los pensamientos del bohemio y llenando de un poderoso candor todo su ser, por un instante una oleada de luz cegó la vista del poeta y aplaco el caos reinante en su cabeza, al tiempo que, un ligero esbozo de sonrisa lleno sus labios y armonizo de entera paz su existencia.

Nuevamente el silencio reinaba en aquel claro, y la llama rítmica de una solitaria fogata daba indicios de vida en dicho lugar, mas, un cuerpo inerte yacía junto al moribundo fuego, completamente helado… y teniendo en su mirar una ausencia total de existencia, pero aun así su rostro mostraba una cálida sonrisa, pues la muerte le había tomado en sus brazos y cobijado su alma en sus pechos de soledad. El poeta había muerto, pero no por obra de sus propias manos… pues fue la misma muerte quien se apiado de su dolorosa existencia



Odra.

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